sábado, 9 de mayo de 2009

Esbjörn haciendo los deberes

"Esbjörn haciendo los deberes" (1912) y su padre, Carl Larsson, reflejado en el espejo.

12 comentarios:

femme d chocolat dijo...

Porqué será que que Larsson me produce felicidad? Siempre me hace sonreir.

Sus imágenes son amables, placenteras, Dan ganas de vivir allí con ellos.

Un besote, Elvira, gracias por esa sonrisa matutina

Elvira dijo...

Si, las escenas que pinta son amables y simpáticas. Gracias a ti y besos.

Io dijo...

Mi adorado Carl Larsson, haciendo juegos malabares con los colores y las líneas para transmitir esa sempiterna sensación de alegría, paz y felicidad.

No le hizo falta pintar familias reales, escenas históricas ni anunciaciones. Hacía magia con la vida cotidiana.

Igual que tú con este blog.

Un besazo!

Elvira dijo...

¡Vaya piropo me ha echado mi amiga Io!!!

Muchas gracias, guapa!

Anónimo dijo...

¡Me encanta!
Si algunas maestras ven un niño así, no tardan demasiado en hacer un informe preocupadas por la falta de atención del niño y la imperiosa necesidad de procurarle medicación para paliar este déficit. Por suerte, no son todas.
Un abrazo

Elvira dijo...

Lo que más gracia me hace es que el padre lo pinte así, jajaja! Debía ser un hombre muy sano.

Eso de dar medicamentos fuertes a la primera de cambio me parece horrible.

Un abrazo

Luna dijo...

Totalmente de acuerdo co femme.
Larsson me produce la misma sensación de tranquilidad y felicidad. Y donde la vida transcurre con una carga inmensa de ternura.

Elvira dijo...

Exacto. Entre todas lo estáis definiendo de maravilla. :-)

F.Javier Dorrego Mendez dijo...

No sé... me recuerda a mi hijo cuando se pone a hacer los deberes :-). Tiene esa misma expresión durante la concentración antes de ponerse a estudiar :-D. Un abrazo

Elvira dijo...

A veces necesitamos un ratito para mentalizarnos. No veas la mentalización que yo necesitaba antes de ponerme a corregir exámenes.

Un abrazo

Montse dijo...

Preciosa ilustración, me ha encantado.
Yo creo que al padre, como artista, le gustaba ver al chico contemplando el mundo a través de la ventana, que dejara volar la imaginación, algo muy propio a esa edad.
Cuando vemos a los jóvenes haciendo lo mismo que hacíamos nosotros siempre nos sonreimos discretamente ¿verdad?

Elvira dijo...

Sí, yo también lo creo, Montse. :-)